martes, 18 de febrero de 2014

30.000 subsajarianos a la espera de saltar la Frontera de Ceuta y Melilla

Alrededor de 30.000 subsaharianos están asentados en Marruecos a la espera de poder entrar clandestinamente en Europa, en la mayoría de los casos a través de Ceuta y Melilla, según fuentes policiales españolas. Tras el reciente salto a la valla fronteriza de Ceuta, que por ahora se ha saldado con la muerte de 15 africanos ahogados en la playa del Tarajal, todos los informes resaltan la “enorme presión migratoria” que hay en torno a las dos ciudades autónomas españolas. En Marruecos hay unas “bien estructuradas organizaciones criminales” que se ocupan de transportar y canalizar a los miles de inmigrantes que huyen de sus países. Los subsaharianos con medios económicos optan por los servicios de las redes mafiosas para llegar a Europa en barcos a motor o bien ocultándose en coches con doble fondo para burlar así los controles fronterizos. Sin embargo, un gran número de inmigrantes apenas tiene dinero para subsistir y menos aún para pagar las tarifas de las mafias. Por eso, el salto de las vallas de Ceuta y Melilla es su “única opción para pasar de Marruecos a territorio español, ya que no tiene coste económico y puede realizarse en cualquier momento”, según fuentes de la Seguridad del Estado. Los saltos masivos del vallado, como el que se produjo el pasado 6 de febrero en Ceuta, no están organizados por las mafias, aunque sí se realizan de forma coordinada por los grupos de inmigrantes apostados en los campamentos cercanos. En muchas ocasiones, la fecha en que se va a producir una avalancha de este tipo desde Marruecos está fijada con varios días de antelación y esa información es conocida incluso entre los inmigrantes que aguardan en otros países vecinos. Las fuentes informantes aseguran, por ejemplo, que en Nuadibú (Mauritania) se conoció con cuatro días de antelación que el pasado día 6 se iba a producir un salto tumultuario a la valla de Ceuta, hasta el punto de que un grupo de cameruneses se puso inmediatamente en marcha para intentar sumarse a esa avalancha humana. Los servicios de información españoles saben que buena parte de las tramas de inmigración irregular de Marruecos, Mauritania, Nigeria y Senegal no pueden enviar sus cargamentos humanos en cayucos hasta Canarias por el refuerzo de la cooperación entre autoridades y las mayores medidas de control y vigilancia. Por eso las redes se han volcado en el traslado de sus “clientes” hasta alrededores de Ceuta y Melilla. MÁS INFORMACIÓN Última estación Tánger Larga espera en la frontera El camino hacia por África El hallazgo de otros dos cadáveres eleva a 15 los muertos Marruecos: el camino a España para subsaharianos y sirios La policía conoce también la existencia de grupos criminales marroquíes que se dedican a transportar a subsaharianos desde Ceuta a Melilla (o viceversa) en función de la situación puntual en cada ciudad. Si en una de ellas es más fácil la entrada, disponen de medios para transportar a los inmigrantes durante los 400 kilómetros que las separan. Según fuentes policiales, los saltos masivos por Ceuta y Melilla son “el método de entrada más preocupante por su potencial desestabilizador, por la capacidad para crear alarma social y el riesgo que entraña el empleo de la violencia por parte de los subsaharianos y de las fuerzas de seguridad marroquíes, lo que ya ha provocado varias víctimas mortales”. Otra fuente de preocupación en Ceuta y Melilla son las entradas clandestinas de inmigrantes ocultos en vehículos con dobles fondos o compartimentos secretos. “Este método va en aumento, gracias a la complicidad de policías corruptos en ambos lados de la frontera que alertan a las mafias del día y momento idóneo para realizar estos transportes ilegales”, añaden analistas policiales. Ceuta se ha convertido en uno de los principales focos de atracción para los subsaharianos debido a su proximidad a la Península y al gran número de conexiones marítimas con Algeciras (Cádiz). Eso aumenta las posibilidades de cruzar el Estrecho en ferrys, buques mercantes, autobuses y camiones. Los miles de inmigrantes que pretenden llegar al continente europeo desde Ceuta se asientan en campamentos montados en la zona de Casiago, en las inmediaciones de Castillejos (Marruecos), así como en los montes próximos a la carretera que une Tánger con Tetuán. El vallado de Ceuta, debido a las características del terreno en que se asienta, “es más difícil de saltar que el de Melilla”, según fuentes policiales. Eso hace que los intentos de franquearlo se produzcan siempre por los extremos, donde la cerca de la alambrada acaba en el mar (los espigones de Tarajal y Benzú). Esta, en efecto, fue la vía utilizada por los cientos de inmigrantes que protagonizaron el pasado día 6 un salto que concluyó con el ahogamiento de 15 subsaharianos. En Melilla, los inmigrantes aguardan a pegar el salto en campamentos improvisados en el macizo del Gurugú, así como en los montes de Afrahy Selouane, adonde llegan procedentes de Oujda y Nador. Habitualmente proceden de países francófonos, pero en Oujda “es notable la presencia de redes nigerianas que controlan el tráfico de seres humanos desde de la frontera argelina”. Las informaciones policiales recalcan que “la topografía de la frontera de Melilla dificulta el control de su valla y sigue permitiendo la aproximación de los inmigrantes irregulares, a pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad marroquíes por impedirlo”. Quienes intentan entrar en la Península por vía marítima lo hacen bien en embarcaciones a motor o en balsas de remo playeras. Ambas posibilidades, que están controladas por las redes criminales, tienen sus bases de operaciones en Tánger, Alhucemas y los alrededores de Ceuta y Melilla. Aunque las balsas son peligrosas, los inmigrantes irregulares se lanzan a las aguas confiados en que, tras eludir la vigilancia de la Marina real marroquí, serán posteriormente rescatados por el Salvamento Marítimo español, que los conducirá a tierra firme. Por otra parte, las autoridades españolas se muestran muy satisfechas de hacer cegado otra vía de entrada de inmigrantes: los cayucos que los trasladaban a Canarias desde Senegal y Gambia. Desde el año 2009, no se han registrado más llegadas de este tipo de embarcaciones, gracias a la colaboración de los Gobiernos respectivos. Ahora, esas mafias han cambiado sus rutas y se dedican también a trasladar a sus clientes hasta el norte de Marruecos. Los movimientos migratorios que acceden a Marruecos desde Argelia tienen que contar con la colaboración de bandas nigerianas que disponen de medios de transporte y alojamiento. “Esas tramas han alcanzado un alto grado de especialización y ahora monopolizan gran parte del negocio”, según diversos informes policiales. Las redes criminales suelen cobrar una tarifa de entre 25 y 45 euros a cada inmigrante al que facilitan la entrada en Ceuta o Melilla a nado o con flotadores; 1.000 euros si lo hace en pequeñas embarcaciones; entre 3.000 y 4.000 euros si lo meten en coche; y entre 5.000 y 6.000 euros si le facilitan un pasaporte falso. Según los servicios de información españoles, a cada subsahariano le cuesta entre 1.000 y 1.200 euros el pasaje para cruzar el Estrecho si lo hace en una pequeña embarcación convencional; pero la suma se eleva a 3.000 si lo hace en una embarcación rápida.

jueves, 13 de febrero de 2014

Rudolf Hess

Rudolf Walter Richard Heß, a menudo escrito Hess, (Alejandría, 26 de abril de 1894 – Spandau, Berlín Oeste; 17 de agosto de 1987) fue un militar y político alemán, figura clave de la Alemania nazi. Nació en la ciudad egipcia de Alejandría el 26 de abril de 1894. De carácter solitario, retraído y educado en un ambiente estricto y espartano por un padre muy disciplinado y una madre inglesa de origen griego, fue instruido primero con tutores privados y luego en el colegio alemán de su ciudad natal hasta los 14 años, edad a la que ingresó en un internado juvenil de Bad Godesberg. Recibió formación para los negocios, profesión que su padre deseaba para su hijo; después estudió Ciencias Políticas, como su padre, que había pensado en las leyes para él. Posteriormente asistió a la Escuela Superior de Comercio de Neuchâtel en Suiza, a fin de adquirir los conocimientos necesarios para hacerse cargo de la empresa familiar. Al comenzar la Primera Guerra Mundial, a punto de ingresar en la Universidad de Oxford, se alistó en el ejército alemán como voluntario del 7° Batallón de artillería bávaro y en sus primeros combates obtuvo la Cruz de Hierro por dos heridas, una de ellas grave en el pulmón izquierdo. Luego sirvió en la 34ª Escuadrilla de caza bávara, y llegó al grado de teniente. Después de la guerra se inscribió en la Universidad de Múnich para estudiar Economía, donde acostumbraba a distribuir panfletos antisemitas. El 1 de mayo de 1919 participó junto a los Freikorps en la lucha violenta contra la efímera República Soviética de Baviera y fue herido en la pierna. En 1919, en un mitin conoció a Adolf Hitler y quedó muy impresionado con el futuro Führer. Por su parte, Hess presentaría a Hitler a los científicos geopolíticos Karl Haushofer y Albrecht Haushofer, quienes ejercerían una gran influencia sobre el futuro dictador. Miembro de la Sociedad Thule, el 1 de julio de 1920 se incorporó al NSDAP y tomó parte en el Putsch de Múnich de 1923, por lo que fue a prisión. Compartió celda con Haushofer y Hitler, en la cual colaboró con este último en la redacción del libro Mein Kampf. Después fue comandante de un batallón de las SA. En 1925 comenzó sus actividades políticas como secretario político de Hitler; además, escribió sobre él un ensayo titulado Cómo debe ser el hombre que conduzca a Alemania a su antigua grandeza. En 1927, contrajo nupcias con Lise Pröhl, con quien tuvo su único hijo, Wolf Rüdiger Hess. Cinco años después, fue designado Presidente del Comité Central Nazi y, en 1933, elegido parlamentario del Reichstag (parlamento alemán). Al ascender Hitler al poder como Führer, fue designado jefe del Partido Nazi y Ministro de Estado: se ocupó de casi todas las carteras, excepto de guerra y política exterior, y se convirtió en segundo en la jerarquía nazi, antes incluso que Joseph Goebbels; a pesar de estos cargos, nunca presentó un perfil de líder. Fue considerado como la «cara amable» del régimen nazi. Organizó los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y mantuvo una estrecha amistad con Leni Riefenstahl, la documentalista de Hitler. La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939. En los momentos en que Alemania preparaba el asalto a la URSS y en donde además perdería en el mes de mayo de 1941 en el Océano Atlántico uno de sus mejores acorazados, el Bismarck, Hess voló en solitario en un bimotor Bf 110 rumbo a Escocia. Logró burlar la vigilancia de las patrullas de la RAF y se lanzó en paracaídas, donde fue hecho prisionero pese a sus alegaciones de que había ido allí para iniciar conversaciones de paz. Hay muchas elucubraciones al respecto. Algunos argumentan sólidamente que era un plan premeditado del propio Adolf Hitler para buscar la paz con el Reino Unido, ya que tras la Operación Barbarroja tendría que lidiar en dos frentes. Otros creen que fue una iniciativa propia, de la cual el Führer tenía algún conocimiento y, aunque se mantuvo al margen, tampoco la obstaculizó. Hess pilotaba expertamente un Messerschmitt Bf 110, matrícula VJ-OQ tipo D y modificado especialmente por el fabricante (un caza pesado biplaza y bimotor), cuya velocidad máxima era de 600 km/h. Las modificaciones consistían en un compartimento que contenía una balsa inflable completamente equipada, un receptor Lorenz, una radio adaptada para comandarla por el piloto, la envergadura de las alas estaba extendida y un fuselaje 50 centímetros más largo. No estaba armado ni contenía bombas u otros elementos defensivos u ofensivos. El 10 de mayo de 1941, Hess y el Reichsleiter Alfred Rosenberg almorzaron juntos en privado en Augsburgo, y desde allí Rosenberg se dirigió a entrevistarse con Hitler en Berchtesgaden. El personal de servicio de Hess dijo que éste se encontraba absolutamente tranquilo y que durmió una siesta, se levantó aproximadamente a las 15:00 horas para, posteriormente, ir a visitar a su esposa Lise y a su hijo. Más tarde se dirigió hasta la pista de la Luftwaffe en Augsburgo, hacia las 17:00 horas. Lo cierto es que Hess voló en el Messerschmitt Bf 110 desde Augsburgo, rumbo a Escocia, el 10 de mayo de 1941: despegó a las 17:45 en dirección noroeste, para superar la línea costera de los Países Bajos a las 19:28 a la altura de Texel; allí giró 90° a la derecha y voló en esa dirección unos 30 minutos y luego volvió a virar 90° al norte en el mismo sentido que traía inicialmente a baja altura sobre el Mar del Norte, completamente de noche en ese momento. A las 20:50 aproximadamente interceptó las líneas de radionavegación provenientes de radiofaros emplazados en Dinamarca con el receptor Lorenz, y realizó un vuelo de zig-zag cubriendo trayectos paralelos de 20 minutos de vuelo hasta finalmente tomar rumbo a Escocia sobre las 21:52, para traspasar la línea costera acerca de las 22:12 sobre la localidad escocesa de Embleton. Sólo le quedaban 30 minutos de combustible. Fue detectado por un puesto de Observadores Reales (ROC) en Ashirck y despegaron aviones de la Royal Air Force para interceptarlo, infructuosamente. Después de su llegada a Escocia esperaba poder aterrizar en la Casa Dungavel, propiedad del Duque de Hamilton, quien tenía una pista privada que, según testigos cualificados, estuvo iluminada esa misma noche misteriosamente, sobre todo si se tiene en cuenta que eran tiempos de guerra. Además, contaba en sus hangares con cajas de repuestos y dos tanques de combustible del mismo tipo del avión alemán en el que Hess volaba. Hess voló muy cerca de esa propiedad (con su pista iluminada, pero según testigos fidedignos se apagaron cerca de las 22:30), buscando la supuesta pista que esta propiedad tenía. Hacia las 22:45, el combustible sólo le daba unos 5 ó 7 minutos de vuelo más, pero sobrevoló dicha propiedad sin encontrar la pista (estaba con sus luces apagadas) y pasó de largo en dirección a la costa occidental de Escocia. Al llegar al mar nuevamente, se deshizo de los tanques adicionales de combustible, viró 180°, volvió a buscar la Casa Dungavel y pasó nuevamente sobre ella sobre las 22:45, pero las luces no estaban encendidas. El vuelo que realizó Hess se ha discutido ampliamente en círculos de aviación, ya que se necesita ser un expertísimo piloto para realizar tal maniobra. Cerca de las 22:50 horas, al acabarse el combustible, se vio obligado a saltar en paracaídas en Eaglesham, cerca de Glasgow, invirtiendo el avión para lanzarse desde la cabina del Bf 110. Al llegar a tierra, Hess se dañó un tobillo y un campesino escocés, de manera cautelosa, le auxilió y lo llevó a una guarnición militar, en donde Hess intentó convencer de que era amigo del duque de Hamilton con el nombre falso de Alfred Horn. El duque acudió a la mañana siguiente y Hess se presentó por su verdadero nombre, aunque el duque lo había reconocido porque se habían visto por primera vez en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. El duque declaró que no tenía asuntos con Hess, quien comunicó su deseo de llegar a un acuerdo de paz con los británicos y que trae un mensaje del Führer. Inmediatamente fue hecho prisionero por la Home Guard y recluido posteriormente en la Torre de Londres hasta el final de la guerra. Todos sus intentos de ser creído fueron infructuosos (según el propio Hess, era su tercer intento) para tratar de pactar la paz con el Reino Unido y así cambiar el curso de la guerra, al poder concentrar a la Wehrmacht en un solo frente contra los soviéticos. Sin embargo, el prematuro apresamiento de Hess (al momento de tocar tierra cerca de las propiedades del duque de Hamilton) condujo al fracaso su gestión. En el Museo Imperial de Guerra de Londres pueden apreciarse la cola y el motor del avión pilotado por Hess. Ambas partes, británicos y alemanes, hicieron publicar rápidamente su desconocimiento de contactos previos. Las razones para obrar de semejante forma han sido y son muy discutidas y misteriosas. Por una parte, hay quien sostiene que el propio Hess sabía de antemano que Alemania podía ser vencida en los frentes aliado y soviético, preocupación que Karl Haushofer había manifestado también. Otras razones para su huida son las diferencias que sostenía, no sólo con Hitler, sino con otros dirigentes del NSDAP como Goebbels y, sobre todo, con Martin Bormann y Heinrich Himmler respecto a las cuestiones de sucesión al Führer. El asunto es que el vuelo había sido preparado con algunos meses de antelación. Pero la teoría más aceptada y más coherente es que Hess partió como emisario secreto de Hitler para contactar a altos personajes pro-nazis británicos de un posible gobierno futuro, títere del Reich, ya que existían premisas en el gobierno alemán de que el primer ministro británico sir Winston Churchill podía ser derrocado y esto liberaría a Alemania de tener que luchar en dos frentes si se negociaba una paz con los británicos. Un atisbo que corrobora esta teoría son las declaraciones de Karl Wolff cuando fue emisario oficioso de Hitler para la Operación Amanecer, donde Hitler esperaba ponerse del lado del mejor postor en una supuesta ruptura de la alianza angloamericana y la URSS. En una de sus declaraciones, Wolff relata que Hitler le dijo tras enterarse de las negociaciones de Wolff con emisarios americanos en Italia: Bien, acepto tu presentación. Tienes mucha suerte. Si hubieras fracasado, hubiera tenido que desecharte como hice con Hess. Adolf Hitler, según Karl Wolff1 Si se acepta esta teoría, las posteriores acciones de Hess se hacen más consecuentes. Hess era un experto piloto de Bf 110 y preparó su aparato particular para dicho vuelo. Además, los radiofaros guía alemanes se entramaron cuidadosamente para dirigirlo al Reino Unido. Estas maniobras bien pudieron pasar desapercibidas para la Abwehr, Heinrich Himmler o Reinhard Heydrich, o ser deliberadamente ignoradas. Quizás el elemento más controvertido es el testimonio dado por una sirviente de la Casa Dungavel que precisó que, además de tener las luces de la pista encendida momentos antes de la pasada de Hess esa noche del 10 de mayo, sea el hecho de que viera en los hangares privados de la pista cajas conteniendo tanques fabricados en Augsburgo del mismo tipo que el usado por el Bf 110. Hitler se enteró en la mañana del día 11 a través de un sobre que le entregó el secretario de Hess, Pintsch, con una larga carta de éste en el interior, en la cual decía al Führer que, en caso de que saliera mal la aventura de intentar negociar la paz con los británicos antes de invadir la URSS, podría argumentar que estaba loco. Heinz Linge, su ayuda de cámara dejó un testimonio2 de la reacción de Hitler, hizo detener a los ayudantes de Hess por no informar de que Hess se había hecho construir un aparato especialmente diseñado y tuvo un acceso de furia por la acción de Hess de quien pensaba delataría sus planes al enemigo: "—¡Me engañan!... ¡Me traiciona todo el mundo!... ¡No tengo ni un solo amigo del que me pueda fiar! Y continuaba: —¡Hasta ese idiota! ¡Ese loco idiota al que imaginaba sumiso! ¡Ese idiota, idiota, idiota, me resulta falso! El idiota, idiota, idiota era, desde luego, Hess. —¡Imposible hacer proyectos! ¡Imposible calcular nada! —sentenciaba Hitler en otros momentos—. ¿Para qué si se los transmitirán a mis enemigos inmediatamente?... ¡Me veo rodeado de traidores!-" Después de su estancia en el Reino Unido, Hess tuvo que ser devuelto a su país al final de la guerra, no en calidad de héroe, sino de criminal de guerra. Fue juzgado en Núremberg a causa de todas las decisiones que tomó y firmó en su cargo de ministro durante el régimen nazi, siendo condenado a cadena perpetua el 1 de octubre de 1946 y recluido en la prisión de Spandau, en la zona aliada de Berlín. Decaído y demacrado físicamente, fue inconsistente3 y exhibió reiteradamente lagunas mentales. Tras la puesta en libertad de Albert Speer en 1966, Hess quedó como único preso de la cárcel de Spandau durante más de 20 años, hasta su muerte. En los años 80, el caso Hess dividió a la opinión pública británica acerca de su posibilidad de excarcelarlo, pero la justicia hizo oídos sordos a estas corrientes de opinión, empecinándose en mantener en prisión a Hess a pesar de los gastos que originaba a la Corona mantenerlo y la de la infraestructura carcelaria. Sus guardianes decían que su salud mental estaba muy deteriorada y que había perdido la memoria. En los últimos años de su vida se intensificó el debate acerca de su liberación por razones humanitarias, pero el gobierno británico mantuvo su decisión de no proporcionarle la libertad. Hess murió de manera repentina el 17 de agosto de 1987, a los 93 años de edad. La autopsia determinó que había sido un suicidio por estrangulamiento.4 La familia dudó de la tesis oficial y encargó una segunda autopsia, que determinó que su muerte fue por asfixia y no por suspensión. El misterio rodeó la muerte de Rudolf Hess, dudándose entre la tesis oficial (el suicidio) o el asesinato.5 El 20 de julio de 2011 se desmanteló su tumba en la localidad bávara de Wunsiedel, después de que la comunidad cristiana de la localidad denegara a sus familiares la prolongación del arrendamiento de su tumba.6 El cadáver fue incinerado y sus cenizas esparcidas en alta mar para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación nazi.

lunes, 10 de febrero de 2014

Guerra Fría

La Guerra Fría fue un enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo e incluso deportivo que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS (que ocurrió entre 1989 con la caída del muro de Berlín y 1991 con el golpe de Estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista liderado por la Unión Soviética. Las razones de este enfrentamiento fueron esencialmente ideológicas y políticas. Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, que se comprometieron, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta. Los límites temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra, respectivamente) hasta 1985 (inicio de la Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética). Existe un cierto desacuerdo sobre cuándo comenzó exactamente la Guerra Fría. Mientras que la mayoría de historiadores sostienen que empezó nada más acabar la II Guerra Mundial, otros afirman que los inicios de la Guerra Fría se remontan al final de la I Guerra Mundial, en las tensiones que se produjeron entre el Imperio ruso, por un lado, y el Imperio Británico y los Estados Unidos, por el otro. El choque ideológico entre comunismo y capitalismo empezó en 1917, tras el triunfo de la Revolución rusa, de la que Rusia emergió como el primer país comunista. Este fue uno de los primeros eventos que provocó erosiones considerables en las relaciones ruso-estadounidenses. Algunos eventos previos al final de I Guerra Mundial fomentaron las sospechas y recelos entre soviéticos y estadounidenses: la idea bolchevique de que el capitalismo debía ser derribado por la fuerza para ser reemplazado por un sistema comunista, la retirada rusa de la I Guerra Mundial tras la firma del Tratado de Brest-Litovsk con el Segundo Reich, la intervención estadounidense en apoyo del Movimiento Blanco durante la Guerra Civil Rusa y el rechazo estadounidense a reconocer diplomáticamente a la Unión Soviética hasta 1933. Junto a estos diferentes acontecimientos durante el periodo de entreguerras agudizaron las sospechas: la firma del Tratado de Rapallo y del Pacto germano-soviético de no agresión son dos notables ejemplos. La II Guerra Mundial y la posguerra (1939-1947) Durante la guerra, los soviéticos sospechaban que británicos y estadounidenses habían optado por dejar a los rusos el grueso del esfuerzo bélico, y que forjarían una unión contra los soviéticos (Operación Impensable) una vez que la guerra estuviera decidida a favor de los aliados, para forzar a la URSS a firmar un tratado de paz ventajoso para los intereses occidentales. Estas sospechas minaron las relaciones entre los aliados durante la II Guerra Mundial. Los aliados no estaban de acuerdo en cómo deberían dibujarse las fronteras europeas tras la guerra. El modelo estadounidense de «estabilidad» se basaba en la instauración de gobiernos y mercados económicos parecidos al estadounidense, y la creencia de que los países así gobernados acudirían a organizaciones internacionales (como la entonces futura ONU) para arreglar sus diferencias. Sin embargo, los soviéticos creían que la estabilidad habría de basarse en la integridad de las propias fronteras de la Unión Soviética. Este razonamiento nace de la experiencia histórica de los rusos, que habían sido invadidos desde el Oeste durante los últimos 150 años. El daño sin precedentes infligido a la URSS durante la invasión nazi (alrededor de 27 millones de muertos y una destrucción generalizada y casi total del territorio invadido) conminó a los líderes moscovitas a asegurarse de que el nuevo orden europeo posibilitara la existencia a largo plazo del régimen soviético, y que este objetivo solo podría conseguirse mediante la eliminación de cualquier gobierno hostil a lo largo de la frontera occidental soviética, y el control directo o indirecto de los países limítrofes a esta frontera, para evitar la aparición de fuerzas hostiles en estos países. El Plan Marshall Alianzas económicas en Europa (1949-1989). En Estados Unidos se extendió la idea de que el equilibrio de poder en Europa no se alcanzaría sólo por la defensa militar del territorio, sino que también se necesitaba atajar los problemas políticos y económicos para evitar la caída de la Europa Occidental en manos comunistas. En base a estas ideas, la Doctrina Truman sería complementada en junio de 1947 con la creación del Plan Marshall, un plan de ayudas económicas destinado a la reconstrucción de los sistemas político-económicos de los países europeos y, mediante el afianzamiento de las estructuras económicas capitalistas y el desarrollo de las democracias parlamentarias, frenar el posible acceso al poder de partidos comunistas en las democracias occidentales europeas (como en Francia o Italia). Asimismo, el Plan Marshall constituyó la remodelación de numerosas ciudades europeas que habían quedado destruidas por la Segunda Guerra Mundial . Stalin vio en el Plan Marshall una táctica estadounidense para mermar el control soviético sobre la Europa Oriental. Creyó que la integración económica de ambos bloques permitiría a los países bajo órbita soviética escapar del control de Moscú, y que el Plan no era más que una manera que tenían los EE. UU. para «comprar» a los países europeos. Por lo tanto, Stalin prohibió a los países de la Europa Oriental participar en el Plan Marshall. A modo de remiendo, Moscú creó una serie de subsidios y canales de comercio conocidos primero como el Plan Molotov, que poco después se desarrollaría dentro del COMECON. Stalin también se mostró muy crítico con el Plan Marshall porque temía que dichas ayudas provocaran un rearme de Alemania, que fue una de sus mayores preocupaciones respecto al futuro de Alemania tras la guerra. El Bloqueo de Berlín En 1948 como represalia por los esfuerzos de los occidentales por reconstruir la economía alemana, Stalin cerró las vías terrestres de acceso a Berlín Oeste, imposibilitando la llegada de materiales y otros suministros a la ciudad. Este hecho, conocido como el Bloqueo de Berlín, precipitó una de las mayores crisis de principios de la Guerra Fría. Ambos bandos usaron este bloqueo con fines propagandísticos: los soviéticos para denunciar el supuesto rearme de Alemania favorecido por Estados Unidos, y los estadounidenses para explotar su imagen de benefactores —como en la llamada Operación Little Vittles, donde los aviones que contrarrestaban el bloqueo de Berlín lanzaron dulces entre los niños berlineses—. El puente aéreo organizado por los aliados, destinado a proveer de suministros al bloqueado sector occidental de la ciudad, superó todas las previsiones, desbaratando la suposición soviética de que el sector occidental se rendiría ante el oriental por falta de suministros. Finalmente el bloqueo se levantó pacíficamente. En julio, el presidente Truman anula el Plan Morgenthau, una serie de proposiciones acordadas con los soviéticos tras el fin de la guerra, que imponía severas condiciones a la reconstrucción alemana (entre ellas, la prohibición explícita de que los EE. UU. facilitaran ayudas a la reconstrucción del sistema económico alemán). Este plan fue sustituido por una nueva directiva (llamada JSC 1779) mucho más benévola con la reconstrucción alemana, y que enfatizaba la necesidad de crear una Alemania económicamente fuerte y estable para conseguir la prosperidad en toda Europa.